Todo lo que ellas deben saber sobre el cerebro masculino

Todo lo que ellas deben saber sobre el cerebro
masculino

Por: Héctor Fabricio Flores | 2010-05-04 | 16:00
Contrario a la creencia popular, la estructura psíquica masculina tiende a ocasionar reacciones más sentimentales e impulsivas que las del género femenino; ellos son más vulnerables a la soledad, aseguran diversas investigaciones académica.

Con relación al desempeño de la mente femenina, te presentamos diez tendencias
masculinas que se diferencian de las que usualmente se le atribuyen.
Éstas fueron publicadas en un reportaje del sitio electrónico LiveScience.com, especializado en difusión científica. Se les recopiló a partir de varios artículos de investigación social y psicológica.

Más emotividad.
Pruebas de comportamiento han demostrado que los infantes del género
masculino reaccionan de un modo más sentimental y expresivo que sus
contrapartes femeninas. De igual forma, se ha comprobado que en la edad
adulta las reacciones de los hombres son más emotivas que las de las
mujeres.

Sin embargo, esto se ve rápidamente desvanecido cuando el hombre toma
conciencia de sus reacciones e intenta suprimirlas debido a un
comportamiento aprendido culturalmente. Entonces, los gestos y
expresiones del hombre parecerán más tenues, mientras que las mujeres
tendrán más dificultades en dominar sus reacciones.



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Más vulnerables a la soledad.
Al alcanzar la tercera edad, los hombres viudos, divorciados o que
carecen de estabilidad en una relación de pareja han exhibido más
problemas de salud y una menor esperanza de vida que sus contrapartes
femeninas y otros varones que sí gozan de estabilidad con una pareja del
género opuesto.

La mayoría concibe asentarse y formar una familia como pilar de su felicidad
especialmente después de los 30. Una investigación publicada en la revista
científica Proceedings of the Royal Society mostró que al menos 60 por ciento de la población masculina concibe al matrimonio como el pilar de su felicidad, algo que se incremente pasados los 30 años, de igual forma que la fidelidad hacia una sola pareja.

Predispuestos a observar a las mujeres.
El hombre promedio invierte 43 minutos al día admirando alrededor de
diez mujeres diferentes, asegura una investigación inglesa realizada
entre 3 mil personas, cuyos resultados fueron publicados en el diario Telegraph.

Esto equivale a un año de sus vidas entre los 18 y los 50, algo natural
para los hombres, quienes miran mujeres casi en "piloto automático" y
frecuentemente se olvidan de ellas una vez que están fuera de su campo
visual.



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Enfocados
en dar soluciones. Al enterarse sobre un
problema o una aflicción, los cerebros masculinos sí pueden sentirse
conmovidos o identificados con lo que escuchan, pero inmediatamente
entrará en funcionamiento una región referida por la neuróloga Louann
Brizendine como la del "arréglalo", así que en lugar de mostrar
empatía hacia su interlocutor, comenzarán a expresar posibles soluciones
del problema o cuestiones que ayudarían a mejorar la aflicción.

Adaptados a las jerarquías.
La doctora Brizendine también señala la mente masculina está
acostumbrada a jerarquizar incluso socialmente. Debido a ello, le
resultará más sencillo interactuar con un entorno donde existan roles
bien asignados, que hacerlo en estructuras no lineales o no jerárquicas,
donde puede ser confuso a quién dirigirse en casos específicos y su
agresividad puede verse exacerbada.



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El paso de los años les vuelve más cooperativos.
La testosterona
tiende a volver a los hombres más agresivos y competitivos,
especialmente en sus etapas de juventud, cuando la producción hormonal
es mayor. Con el paso de los años, la disminución de la testosterona
preferencia las habilidades para negociar de los hombres y disminuye su
competitividad. La proximidad de una mujer embarazada también les vuelve
más cooperativos.

La convivencia padre-hijo es trascendente para
el futuro desempeño social y sexual de los infantes.
El trato juguetón plagado de contacto físico que tiende a existir entre
padres e hijos prepara a los pequeños para la hostilidad del mundo
real, donde la agresividad y los riesgos serán mucho más similares a los
planteados por el trato del padre que de la madre.



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