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LAS DEUDAS Y LA BIBLIA

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LAS DEUDAS Y LA BIBLIA Empty LAS DEUDAS Y LA BIBLIA

Mensaje  HADES Miér 14 Abr 2010 - 11:28

Mis queridos y queridas, chamacos y chamacas (ok me va a golpeear la Real Academia de la Lengua por tanto circunloquio) la bonita Biblia como buen instrumento de fè y guardiana de la sabiduria nos trae algunas reflexiones sobre las deudas. Cabe destacar que si bien algunas pueden hacernos sentir satanizados TAMBIEN la biblia "castiga" la usura de modo que ser deudores de un usurero o rata financiera de cierto modo nos exonera jejejeje!

Ora pues! Ahi estan las deudas y la Biblia!


Primero una reflexion sobre el tema:

Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del endeudamiento de un
cristiano? ¿Puede un cristiano pedir o prestar dinero?"

Respuesta:

Pablo nos encomienda no deber a nadie nada sino el amor en Romanos 13:8,
este es un poderoso recordatorio del desagrado de Dios por toda forma
de endeudamiento que no ha sido pagada de manera puntual (ver también
Salmo 37:21). Generalmente pensamos en la deuda en términos de una
obligación monetaria; pero a la luz del contexto de todo este pasaje
(Romanos 13:1-10), Pablo parece tener en mente una estricta opinión
sobre la deuda (Romanos 13:7). No solo habla sobre pagar impuestos,
intereses, y tarifas impuestas por nuestros propios gobiernos, sino que
también debemos respetar y honrar a aquellos en alta autoridad. Todos
nosotros somos deudores de la gracia de Dios. De la misma manera como Él
nos ha mostrado Su amor, también nosotros debemos hacer extensivo ese
amor a todos aquellos alrededor nuestro con quienes vivimos y
trabajamos, aún a aquellos que nos cobran impuestos y nos gobiernan.

Algunas personas cuestionan el cargo de cualquier interés sobre
préstamos, pero muchas veces en la Biblia vemos que es de esperarse el
recibir una tarifa justa de interés sobre el dinero prestado (Proverbios
28:8, Mateo 25:27). En el antiguo Israel, la ley prohibía cargar
intereses en una categoría de préstamos – aquellos hechos a los pobres
(Levítico 25:35-38) Esta ley tenía muchas implicaciones sociales,
financieras y espirituales, pero hay dos en especial que vale la pena
mencionar. Primero, esta ley ayudaba genuinamente a los pobres al no
empeorar su situación. Era ya bastante malo el haber caído en la
pobreza, y pudiera ser humillante el tener que buscar asistencia; pero
si adicionalmente al pago del préstamo, una persona pobre tenía que ser
aplastada por el pago de intereses, la obligación resultaría más
perjudicial que benéfica.

En segundo término, la ley enseñaba una importante lección espiritual.
Para un prestamista el hecho de no cargar los intereses del préstamo a
una persona pobre era un acto de misericordia, porque estaría perdiendo
el uso de ese dinero mientras estaba prestado. Sin embargo, esa sería
una manera tangible de expresar gratitud a Dios por Su misericordia, al
no cobrar a Su pueblo “intereses” por la gracia que Él les había
concedido a ellos. Así como misericordiosamente Dios había sacado a los
israelitas de Egipto cuando ellos no eran nada sino esclavos sin dinero y
les había dado una tierra para que la poseyeran (Levítico 25:38), de
igual manera Él esperaba que ellos practicaran una bondad similar hacia
sus propios compatriotas pobres.

Los cristianos se encuentran en una situación paralela. La vida, muerte y
resurrección de Jesucristo ha pagado nuestra deuda de pecados a Dios.
Ahora, mientras tengamos la oportunidad, podemos ayudar a otros en
necesidad, particularmente a quienes son nuestros hermanos en la fe, con
préstamos que no aumenten sus problemas. Jesús aún enseñó este
principio en la parábola acerca de dos deudores y su actitud hacia el
perdón de la deuda (Mateo 18:23-35). ÉL también instruyó a Sus
seguidores diciéndoles: “… de gracia recibisteis, dad de gracia.” (Mateo
10 : 8 )

La Biblia no expresa ni prohibiciones ni permisos sobre el préstamo de
dinero. La sabiduría de la Biblia nos enseña que usualmente no es buena
idea endeudarse. Las deudas nos hacen esencialmente esclavos de aquel a
quien debemos. Al mismo tiempo, en algunas situaciones, el endeudarse es
un “mal necesario”. En tanto que el dinero sea manejado de una manera
sabia, y los pagos de la deuda sean manejables – un cristiano puede
tener la carga de una deuda financiera si resulta necesario.

FUENTE: GOTQUESTIONS.ORG




AHORA UN ANALISIS POR LAS DIFERENTES REFERENCIAS BIBLICAS

LA BIBLIA Y LAS DEUDAS

FUENTE: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Romanos 13:8

Nueva Versión Internacional
No tengan deudas pendientes con nadie
Biblia de Las Américas
No debáis a nadie nada
Biblia de Jerusalén
Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor
Reina-Valera 60
No debáis a nadie nada
Torres Amat
No tengáis otra deuda con nadie, que la del amor que os debéis siempre unos a otros
Versión Popular
No tengan deudas con nadie

Esto no enseña que alguien no puede prestar o pedir prestado.

La Biblia enseña que debes prestar al necesitado cuando te lo pide (Mateo 5:42, Levítico 25:35-38). Entonces, ¿a qué se refiere Pablo aquí? Probablemente la primera traducción en la lista expresa bien lo que Pablo quiso comunicar. “¡No tengan deudas pendientes con nadie!” Es un mandato de la Palabra de Dios. Eso quiere decir que cuando no obedecemos este mandamiento, estamos en pecado (1 Juan 3:4, Santiago 4:17). Cuando alguien pide prestado, hay un acuerdo en cuanto a cómo y cuándo será liquidado su deuda (puede ser explícita o implícita). Es un contrato legal, aunque sea oral.• No pagar es totalmente injusto porque estás reteniendo lo que pertenece a otro. Es robar. (Éxodo 20:15)• La gente malvada pide prestado y luego no paga. (Salmos 37:21)• Es deshonesto porque has prometido pagar y luego no cumples con tu palabra. Es mentir. (Salmo 15:4, Levítico 19:11)• Dios te manda ser generoso con lo que Él te ha dado, y si tienes deudas pendientes no tienes nada con qué ser generoso. (Proverbios 3:9, 19:17)• Si tienes deudas pendientes te contamina. Ya no estás disponible para hacer la voluntad de Dios, porque estás enredado y atado. (2 Timoteo 2:4, 19-21)


Razones para evitar endeudarse

Proverbios 22:7 Serás el esclavo de la persona que te ha prestado dinero.
Nehemías 5:3-5 Estarás amolado e incapaz de sostener a tu familia.
2 Reyes 4:1 Metes a tu familia en problemas.
2 Reyes 6:4-5 Te metes a ti mismo en problemas cuando las cosas no van como habías planeado.
Proverbios 22:26-27 Podrás perder hasta la cama en que duermes.
Proverbios 11:24 No pagar lo que debes lleva a la pobreza.
Mateo 18:23-35 Hasta puedes llegar a la carcel por tener deudas pendientes (no pagadas).
Mateo 25:14-30, Lucas 19:11-27 Habrá consecuencias severas por no administrar bien lo que Dios te ha dado.
Proverbios 6:1-5, 11:15, 17:18 Ni siquiera debes ayudar a otro pedir prestado.
Jeremías 15:10 Prestar o pedir prestado puede resultar en conflictos.
1 Timoteo 3:2, Tito 1:6 Al llegar al punto de tener deudas pendientes (no pagadas según lo acordado), no puedes servir como un líder espiritual porque no eres irreprensible.

Ejemplos positivos

Proverbios 30:24-25 Las hormigas ahorran para el invierno y son comendadas por Dios.
Proverbios 27:23 Es bueno administrar bien lo que tienes para proveer para el futuro.
1 Timoteo 6:6 Es bueno estar contento con lo que tienes.
Mateo 25:14-30, Lucas 19:11-27 Habrá bendición para los que administran bien lo que Dios les ha dado.

Daniel Sherman
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Espero les haya gustado! Y Recordemos que estos enunciados fueron hechos en una epoca distante con una realidad diferente a la nuestra. De modo que tomaremos los comentarios positivos que si se adaptan a nuestra actualidad.

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LAS DEUDAS Y LA BIBLIA Empty Re: LAS DEUDAS Y LA BIBLIA

Mensaje  Hermes Miér 14 Abr 2010 - 11:40

PIDIENDO PRESTADO Y PRESTANDO
El pedir dinero prestado es algo que debe evitarse si es del todo posible, pues, como exhorta el apóstol: “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros.” (Rom. 13:Cool Y las Escrituras dicen: “El que toma prestado es siervo del hombre que hace el préstamo.” (Pro. 22:7) El que pide prestado de veras entra en cierta forma de servidumbre, porque tiene una responsabilidad para con su acreedor. Tiene que pagar de vuelta al prestador de acuerdo con el convenio hecho. También, cuando piense en participar en ciertas aventuras o gastos comerciales adicionales, tiene que considerar a aquel con quien ya está endeudado, y no puede estar tan libre como si no debiera dinero. Por otra parte, cuando tiene dinero no está libre para usarlo como quiera, quizás para diversión, o aun para su familia. Tiene que dar prioridad al pago de su deuda.—Sal. 37:21.
Sin embargo, si se hace necesario un préstamo y un hermano tiene dinero que puede prestar, debe redactarse un convenio por escrito en que se declare la cantidad prestada, el interés, si hay, y la manera y el tiempo en que habrá de pagarse lo que se tomó prestado.
¿Se hace esto porque no confiamos en nuestros compañeros cristianos, nuestros hermanos? No. Se hace a causa de la imperfección. Las palabras habladas pueden tomarse en sentido erróneo y pueden olvidarse. Entonces pueden desarrollarse desavenencias y resentimientos y hasta producirse disensiones que afecten la congregación. Jehová Dios reconoce nuestras imperfecciones y sabe lo que puede desarrollarse como resultado. El salmista dice: “Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, acordándose de que somos polvo.”—Sal. 103:14.
Por esta mismísima razón el apóstol Pablo se encargó de que el dinero que contribuyeron las congregaciones para ayudar a los cristianos oprimidos en Jerusalén fuera manejado por varias personas, para que no surgiera desavenencia y no se suscitara sospecha de ninguna clase. Fue en esta ocasión que Pablo explicó: “Así estamos evitando el que hombre alguno halle algo censurable en nosotros con respecto a esta contribución liberal que ha de ser administrada por nosotros. Porque ‘hacemos provisión honrada, no solo a la vista de Jehová, sino también a la vista de los hombres.’”—2 Cor. 8:16-21.
Por estas razones el mismo principio aplica a los cálculos o contratos de trabajo que se ha de hacer, en los que se espera pago. Por supuesto, los cristianos se hacen muchas bondades unos a otros y también a otros individuos y se dan muchos regalos sin la menor idea de reciprocidad o de recibir algo en recompensa. (Luc. 6:31-36; Gál. 6:10) Pero si es un trato comercial, entonces los términos deben ponerse en forma escrita, y cada individuo envuelto debe recibir una copia. La Biblia apoya esta práctica. Entre los israelitas eran comunes los documentos comerciales escritos, y Dios aprobaba el uso de ellos. Le mandó a Jeremías que escribiera una escritura cuando fue a comprar cierto terreno.—Jer. 32:8-14.
En cuanto al prestador, debe considerar seriamente el asunto antes de prestar dinero a otro individuo. Cuando hay una necesidad verdadera de parte de un hermano o hermana, bien pudiera ser que desee ayudar con un regalo voluntario, o hacer un préstamo sin interés. (Éxo. 22:25) De hecho, sería su obligación ayudar si le es posible, y Jehová lo bendeciría por su bondad amorosa.—Sant. 2:14-16; Pro. 28:27.
Por otra parte, si el prestatario solicita un préstamo para usarlo de manera comercial, entonces el posible prestamista debe considerar si le es posible hacer el préstamo, sí, hasta perder el dinero si circunstancias adversas le imposibilitaran al prestatario pagar de vuelta. También, el prestamista debe tener presente que al prestar con demasiada facilidad puede animar al prestatario a un derrotero imprudente, en particular si el prestatario no tiene garantía, o ya está endeudado. Y el prestarle a una persona que es negligente en el manejo de su negocio o que es lenta en efectuar pagos puede hacerle más daño que bien, espiritualmente.
Las Escrituras definitivamente aconsejan contra el poner uno en peligro su propia condición financiera haciéndose fiador de otro, como al firmar para garantizar a otra persona que esté asumiendo una deuda. Se nos advierte: “No llegues a estar entre los que chocan las manos, entre los que salen fiadores por préstamos. Si no tienes con qué pagar, ¿por qué debe tomar tu cama de debajo de ti?” El que procede así muestra que carece de motivo bueno, correcto: “Un hombre falto de corazón estrecha las manos, saliendo pleno fiador delante de su compañero.”—Pro. 22:26, 27; 17:18.
En vista de todas las complicaciones que puedan surgir, es prudente, por lo tanto, que la persona que se propone pedir dinero prestado se pregunte: “¿Es este préstamo realmente necesario, me es esencial para vivir?” Quizás, al examinarse, la persona encuentre que quiere vivir de mejor manera de lo que realmente le permiten sus recursos. En algunos casos posiblemente le iría mejor si obtuviera trabajo como empleado en vez de continuar tratando de manejar un negocio inseguro. Ciertamente es incorrecto asumir la actitud de que ‘otros tienen el dinero, entonces, ¿por qué no debería yo usar parte de él?’
Hay casos en que individuos han engañado a sus hermanos cristianos en las transacciones comerciales valiéndose de la confianza que éstos les tienen como compañeros cristianos. El apóstol Pablo habla de los que creen, equivocadamente, “que la devoción piadosa es un medio de ganancia [en prominencia o en cosas materiales].” Él dice: “Ciertamente es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con el bastarse con lo que uno tiene. Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” Entonces el apóstol procede a advertir contra el estar determinados a ser ricos.—1 Tim. 6:5-10.
Pablo dijo en su propio caso: “He aprendido, en cualesquier circunstancias que esté, a bastarme con lo que tengo. Realmente sé vivir con escasez, realmente sé tener abundancia. . . . Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.”—Fili. 4:11-13.
Qué excelente ejemplo tenemos en el apóstol Pablo, y en nuestros hermanos cristianos que confían en estas palabras de Jesús: “Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia [la de Dios], y todas estas otras cosas [cosas necesarias como alimento y ropa] les serán añadidas.” La conducta de ellos está dando excelente resultado y la fe de ellos es la fe que queremos imitar.—Mat. 6:33; Heb. 13:7.
Manteniendo fe fuerte en la manera en que DIOS cuida de nosotros, comprendiendo que él “sabe qué cosas necesitan ustedes aun antes de que se las pidan,” no seremos tentados a acumular más de lo necesario, y no se nos hará temer que nosotros y nuestras familias no obtengamos suficiente alimento. Sirven para tranquilizarnos las siguientes palabras inspiradas del apóstol: “Que su modo de vivir sea exento del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes. Porque él ha dicho: ‘De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé.’ De modo que podemos tener buen ánimo y decir: ‘Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?’”—Mat. 6:8; Heb. 13:5, 6.
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Mensaje  Hermes Miér 14 Abr 2010 - 11:41

El prestar dinero y el amor cristiano
HACE algún tiempo la hija de un granjero enfermó de gravedad. Necesitaba desesperadamente cierto tratamiento, pero el granjero era pobre y no tenía dinero para llevarla a un médico. En el pueblo donde vivían —como en la mayoría de los pueblos de ese país— había un prestamista que prestaba dinero con la condición de que le pagaran a razón de seis por cinco que él prestara. Uno tomaba prestado cinco dólares y el mes siguiente le devolvía seis. Este prestamista rápidamente puso a la disposición del granjero la cantidad en efectivo que necesitaba, pero, por supuesto, el granjero tenía que comenzar a pagar los intereses el mes siguiente.
¿Qué pensaría usted de ese arreglo? ¿Sería apropiado que un cristiano prestara dinero con interés en tales circunstancias?
El apóstol Juan dijo a sus compañeros cristianos que no deberían ‘cerrar la puerta de sus tiernas compasiones’ a sus hermanos necesitados. (1 Juan 3:17) Y la ley que Dios dio a los israelitas decía específicamente: “No debes endurecer tu corazón ni ser como un puño con tu hermano pobre. Porque debes abrirle tu mano generosamente y sin falta prestarle sobre fianzas cuanto necesite, de lo que esté necesitado.”—Deuteronomio 15:7, 8.
Por consiguiente, el prestamista obró bien al suministrar el dinero para el tratamiento de la muchacha enferma. Por lo menos ella recibió la medicación que necesitaba. Pero había otro rasgo de la ley que se dio a Israel relacionado con el asunto. Esta decía: “Si le prestares dinero a mi pueblo, al afligido al lado tuyo, no debes hacerte como usurero para con él. No deben ustedes imponerle interés.” (Exodo 22:25) ¿Por qué no podían los judíos prestar dinero con interés unos a otros?
Recuerde que al principio la mayoría de los judíos eran agricultores, no hombres de negocio. Si un agricultor que cultivaba su porción de terreno heredado pedía un préstamo, era muy probable que se debiera a que había llegado a necesitarlo. La ley daba por sentado que el que tomaba prestado estaría en la condición de “afligido.” Quizás había tenido un accidente, sus cosechas se habían malogrado, o por alguna razón necesitaba dinero para arreglárselas hasta la siguiente cosecha. El exigir interés en tales circunstancias equivaldría a sacar provecho del infortunio de un hermano. No sería muestra de amor, y a los israelitas se les había mandado: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.”—Levítico 19:18.
Aunque hoy día los cristianos no están bajo esa antigua ley, todavía tienen que amarse unos a otros. Jesús dijo: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:39) Por consiguiente, el cristiano tampoco debe tener el deseo de beneficiarse de las desgracias de su hermano por medio de exigirle que pague interés cuando éste llega a estar en necesidad y le pide un préstamo.
El hecho es que en tiempos de dificultad los cristianos se ayudan unos a otros con algo más que préstamos. Hacen regalos. En el primer siglo a Pablo y Bernabé se les comisionó para que llevaran algunos donativos de los cristianos de Asia Menor a sus hermanos de Judea, que estaban sufriendo debido al hambre. (Hechos 11:29, 30) De manera similar, cuando azota algún desastre hoy día, los cristianos envían regalos para ayudar a sus hermanos.
Con una disposición similar, Jesús instó: “No le vuelvas la espalda al que quiera pedirte prestado sin interés.” (Mateo 5:42) Así que el cristiano considera las dificultades temporales de su hermano como una oportunidad de mostrar amor. Debe suministrar cuanta ayuda pueda, incluso hasta el punto de hacer regalos o préstamos sin interés. Indudablemente, si el prestamista que se mencionó al principio hubiera aplicado los principios cristianos, hubiera considerado el asunto del mismo modo también.
Reembolso
En tal situación, el prestatario tiene una obligación. Pablo exhortó a algunos cristianos así: “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros.” (Romanos 13:Cool Por eso, el prestatario debe estar consciente de la obligación de pagar su deuda tan pronto como pueda. No debe razonar que, debido a que el prestamista tiene más dinero que él, no es necesario reembolsarle el préstamo. Del mismo modo, no debe esperar que un compañero cristiano, que sea médico o abogado, le rinda cierto servicio personal sin cobrarle.
Jesús dijo: “Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, su No, No.” (Mateo 5:37) Es decir, el cristiano debe cumplir su palabra. Si toma prestado dinero y promete pagar, o contrae de otro modo una deuda, entonces debe hacer todo cuanto pueda por liquidar esa deuda. Para ayudarle en esto, y para estar seguro de que no haya ninguna equivocación en ninguna de ambas partes, es sabio llevar un registro que muestre por escrito la cantidad que debe pagarse, cómo deben hacerse los pagos, y así por el estilo.
Prestar con el fin de cobrar interés
¿Es siempre desamoroso pedir interés? No necesariamente. Es digno de mención el hecho de que aunque los judíos no habrían de pedir interés a sus compañeros israelitas, el asunto era diferente con relación a los extranjeros. “Podrás hacer que un extranjero pague interés,” decía la ley. (Deuteronomio 23:20) ¿Por qué se les trataba de modo diferente? Porque era probable que el extranjero que viviera en Israel fuera un hombre de negocios, y el préstamo probablemente sería para fines comerciales. Por eso, solo era razonable que el prestamista participara en cualesquier ganancias que fueran a obtenerse, y podía hacer esto pidiendo interés.
Jesús no puso reparos al principio de prestar dinero con el fin de cobrar interés. Indicó esto en una de sus parábolas. Habló de un hombre de noble nacimiento que se marchó por un tiempo y dejó dinero en manos de sus esclavos. Cuando regresó, pidió cuentas a éstos y halló que la mayoría de los esclavos había invertido el dinero y conseguido ganancias. A éstos los encomió. No obstante, cierto esclavo no había invertido el dinero; de aquí que no tuviera ganancia alguna que mostrar. Ni siquiera había puesto el dinero en un banco —en realidad, prestarlo al banco con fines comerciales— para acumular intereses. Ese esclavo fue reprendido por su amo.—Lucas 19:11-24.
¿Qué hay de hoy día? Entre dos cristianas había un convenio comercial. Una prestaría a la otra el equivalente a 20 dólares cada día. La prestataria entonces compraría comestibles y los vendería en el mercado. Al final del día tendría unos 25 dólares, de los cuales devolvería 21 dólares a la prestamista, y se quedaría con 4 dólares. En ese país, 4 dólares es un salario común por un día de trabajo.
En otra parte del mundo, cierto cristiano dirigía un negocio de familia. Sabía que el negocio caería en desuso dentro de poco debido a la tecnología avanzada. Pero había una oportunidad de extender sus actividades a otro campo. El único problema era que necesitaba más dinero. De modo que tomó prestado dinero de otro compañero cristiano, y prometió que cada mes le pagaría cierta cantidad de interés por el préstamo.
¿Contradice cualquiera de estos convenios el espíritu de la ley que Dios dio a los israelitas con relación a que no deberían pedirse interés unos a otros? ¡De ningún modo! Cuando la persona no necesita con urgencia un préstamo, sino que desea conseguirlo —quizás por razones de negocio— no hay razón por la cual el prestamista no pida algún tipo de interés. ¿Cuánto por ciento de interés? Eso dependería, entre otras cosas, del tipo de préstamo que se haga, lo que convengan entre sí las partes, y la ley del país. En el primer convenio susodicho, un 5 por ciento de interés diario parecería bastante alto. Sin embargo, la prestataria en realidad estaba obteniendo una ganancia de un 25 por ciento y se complacía en compartir parte de ésta con la prestamista.
Claro, si luego surgieran problemas, no parecería razonable que el deudor se quejara de que la tasa de interés era demasiado alta, si abierta y voluntariamente hubiera estado de acuerdo con ello al principio. De nuevo, es sabio tener por escrito las condiciones del préstamo, para evitar cualquier desavenencia que surgiera después.
Oportunidades de desplegar amor
Cuando las transacciones de esa índole se llevan a cabo sin asperezas, se benefician todas las partes implicadas. Pero este mundo es inconstante, y las cosas a menudo salen mal. Por ejemplo, ¿qué sucedería si la señora susodicha que tomaba prestado 20 dólares diarios fuera víctima de un robo? O suponga que en el convenio comercial entre los dos hombres susodichos la empresa comercial no saliera como esperaban y el prestatario no pudiera pagar el interés que había prometido. ¿Qué sucedería entonces?
La Biblia no suministra ninguna regla en cuanto a cómo resolver tales problemas, pero todavía aplicaría la siguiente obligación: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:39) Si ambas partes equilibraran con un espíritu de sabiduría práctica la preocupación genuina que sienten por los intereses de cada uno, a la vez que se encararan a la situación de manera realista y aceptaran sugerencias razonables, entonces los asuntos generalmente pudieran resolverse de manera excelente.
Naturalmente, el apóstol Pablo no recomendó a los cristianos que llevaran a sus hermanos a los tribunales por razones financieras. Dijo: “En verdad, pues, significa del todo derrota para ustedes el que estén teniendo litigios unos con otros. ¿Por qué no dejan más bien que les hagan injusticias? ¿Por qué no dejan más bien que los defrauden?”—1 Corintios 6:7.
El deudor cristiano, por no ser ‘ambicioso de ganancia falta de honradez,’ debe realmente querer liquidar su deuda. (1 Timoteo 3:Cool La Biblia nos dice que “el inicuo está pidiendo prestado y no devuelve.” (Salmo 37:21) Aunque hayan surgido dificultades inesperadas, con todo y eso el deudor no quiere que se le clasifique entre los ‘inicuos.’ Debe tener el deseo de ser la clase de persona que no ‘debe a nadie ni una sola cosa,’ excepto amor. (Romanos 13:Cool Por consiguiente, debe obrar con honradez y no buscar pretextos legales para no afrontar sus obligaciones.
Por otro lado, el prestamista necesita ser realista en sus expectativas. Se da cuenta de que el hacer préstamos envuelve cierta medida de riesgo. Por eso, no debe ejercer una presión insoportable sobre el deudor. Puede ser que el deudor simplemente no tenga el dinero para pagar al prestamista. En tales circunstancias muchos cristianos han demostrado que ‘no son amadores del dinero’ por medio de extender el período de pagos, o aceptar un acuerdo prudente y razonable. (1 Timoteo 3:3) Algunos han eliminado la deuda por completo.
La mención de los problemas que pueden surgir al tomar prestado y prestar dinero hace surgir la siguiente pregunta: “¿Es esto realmente necesario?” La Biblia no condena el tomar prestado dinero cuando es necesario. Pero a menudo eso no es necesario. Muchas veces el “deseo de los ojos” es más fuerte que la capacidad de la billetera, y la gente toma prestado dinero para comprar lujos que en realidad no necesita. (1 Juan 2:16) Con el tiempo hay que pagar la cuenta. De modo que la Biblia advierte francamente: “El que toma prestado es siervo del hombre que hace el préstamo.”—Proverbios 22:7.
Sin embargo, cuando el prestar dinero y el tomar prestado tiene que llevarse a cabo entre cristianos, a menudo suministra una oportunidad de desplegar cualidades cristianas. Por ejemplo, el deseo honrado de cumplir con las obligaciones, la preocupación genuina por el bienestar de otros y el evitar el amor al dinero contribuirán a la garantía de que el prestar dinero se haga con amor cristiano. Así se obedecerá el mandato bíblico: “Efectúense todos sus asuntos con amor.”—1 Corintios 16:14.
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